lunes, 19 de noviembre de 2012

Un gran respeto para con tu nadador.


Un gran respeto para con tu nadador

 

Reflexiones nocturnas, por Ronald Johnson - USA.

Este afamado entrenador que tuve la hermosa experiencia y oportunidad de conocer y compartir en la ciudad de México D.F. en una clínica organizada por Nelson Vargas, me deleita cada vez que tomo su obra “Un romance con el agua”.

En esta obra, poco se manifiesta sobre esa natación que siempre deseamos conocer, aquella que habla de números, estadísticas, volúmenes e intensidades cuantificadas, y donde Ronald  acentúa sus pensamientos en aspectos más simples, MUCHO MAS SIMPLE de lo que creemos para construir.

Sigo avanzando sobre “Un romance con el agua”, y disfruto de algo que siempre defendí a ultranza, no porque uno adopta una posición irreductible en su formación inicial como profesor de natación, sino porque mis maestros por los 70´s, así pregonaban, así me enseñaban y … así lo creí fervientemente.

La vida me ha dado muchas satisfacciones en lo deportivo, pero hay algo que no puedo dejar de valorar, sorprenderme,  extasiarme, etc., que es observar el verdadero arte de nadar que hay en muchos de los nadadores mundiales en los años de historia que me ha tocado vivir.

Esta pequeña introducción, es el preludio para muchos de nosotros, los formadores/entrenadores de nuestro país, enmarañados en una estrategia de construcción de sus deportistas, basados en aspectos metabólicos, marcas mínimas en edades tempranas para acceder a eventos nacionales, y otros aspectos dañinos… a mi entender, generando una población anémica en respuestas  biomecánicas, que a la hora de la prestación, entendemos en el lugar que estamos en el concierto de las naciones.

La adrenalina que nos explota al ver a nuestro nadador en formación ganar y todo lo que eso representa a nivel de nuestro club, frente a sus padres, frente a nuestros pares,.. da por tierra a la hora que no podemos explicar su abandono prematuro, o su estancamiento en edades mayores… si sigue nadando!!

El enorme aprecio que tengo por el respeto de la técnica, es compartido por la elite mundial de numerosos entrenadores, y eso me hace sentir muy bien.

Se podrán esgrimir otras cuestiones del retroceso/estancamiento de nuestros deportistas, y comparto plenamente, pero invito a leer esto, una verdadera poesía del deporte de la natación.

Un gran saludo a todos/as.

                                                                                                         Prof. Raúl Strnad

 

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Escuchando “música acuática” de Handël, por Ronald Johnson-  Ex Entrenador de la universidad de Arizona  y del equipo de USA.

COMO APRENDEMOS.

La mayoría de nosotros estamos de acuerdo en que la natación es un gran desafío atlético; pero también, cuando es ejecutada por  los grandes nadadores del mundo, es una forma de arte.

Podemos apreciar ciertos paralelismos en alcanzar grandeza con un instrumento musical, y dominar uno o varios estilos competitivos de la natación. Y hay una progresión similar al avanzar del nivel de novato a ser un ejecutor de nivel mundial en ambas disciplinas. Observando cómo se puede alcanzar el éxito en una especialidad distinta quizás nos sean revelados algunos secretos que se puedan aplicar a nuestro deporte.

En cierta manera, la natación está estrechamente asociada con la música como una forma de arte. Las palabras tempo, ritmo, balance, flujo, improvisación y sentir entre otras, forman parte del vocabulario que compartimos. También en la mera de cómo aprendemos nos muestra similitudes asombrosas.

Mi maestro de guitarra. Miguel Serrano, fue un músico de clase  mundial en años pasados, quien estudió con el más grande guitarrista clásico de todos los tiempos, Andrés Segovia.

Junto con él estudiaron varios alumnos que se han convertidos en grandes nombres en el mundo de la música clásica de guitarra. Cristopher Parkening, ahora reconocido por muchos como guitarrista preeminente del mundo, fue co-alumno con él.

Antes de que Segovia aceptara a un estudiante, evaluaba su habilidad y lo entrevistaba. Solamente aceptaba de cuatro a seis muy avanzados guitarristas en cada uno de sus grupos.

Y no fue por dinero que Segovia enseñaba a esos talentosos músicos. Ya era millonario gracias a sus giras alrededor del mundo, y a sus regalías de la gran cantidad de música que había transcrito para guitarra. Su meta era llevar la belleza de la música clásica al mundo.

Mi maestro Miguel siguió una evolución muy interesante en su carrera. Empezó a tocar cuando tenía 9 años, y a los 11 empezó a tomar clases con un muy buen maestro que le enseñó técnica y disciplina. Ese maestro después de cuatro años, le dijo, “ya no puedo llevarle más lejos, debes ir con otro profesor”. Por un período de 7 años más. Miguel trabajaba con un excelente profesor y maestro, José Barroso, distinguido intérprete por derecho propio. Y una vez más Miguel escuchó las palabras “…te he llevado tan lejos como he podido, ahora debes ir a estudiar con Segovia. Él será quien te ayudará a terminar tu preparación”. Miguel se entrevistó con Segovia y fue aceptado como alumno de él a los 21 años, cuando ya estaba cerca de ser un intérprete de clase mundial.

A pesar del altísimo nivel de talento de sus estudiantes, Segovia insistía en lo básico. Las clases y las prácticas consistían en tocar muy despacio por meses a la vez, trabajar en ejercicios y escalas para desarrollar a la perfección su digitación, postura correcta, posición y forma precisa con ambas manos.

Miguel me platicó que fue frustrante e iba muy lento al principio porque tenía que dominarlo todo impecablemente antes de aprender composiciones y ejercicios nuevos y más complejos.

Segovia era partidario de una gran disciplina con sentido de humor. Siempre esperaba el grado máximo de excelencia e integridad, pero sin presionar excesivamente. El sabía que el verdadero deseo debía vivir dentro del estudiante o no podía estar a la altura de la estrategia de su entrenamiento. Por lo que Miguel me platicaba, ¡qué gran Maestro debe haber sido Segovia!.

Sabía cómo motivar y mantener la disciplina con un toque de diversión, y nunca humillaba a sus estudiantes mientras progresaban.

De esa manera deberían progresar los nadadores; no enfrentándose uno con otros (por lo menos no hasta la competencia), sino llevándolos juntos a los niveles más altos de acuerdo con la capacidad y ambición de cada quien.

Tus compañeros de equipo, trabajando juntos,  pueden convertirse en un mucho mejor nadador que si estuvieras entrenando solo.

Es de esa manera como la mayoría de nuestros grandes nadadores campeones en el mundo de la natación, han avanzado en su carrera.

Por lo regular fueron contenidos un poco en sus años de categoría infantil o juvenil por unos entrenadores muy sabios y pacientes, quienes insistían más bien en desarrollar una excelente técnica antes de ir por grandes kilometrajes y velocidad en sus años de desarrollo. Solamente con una excelente técnica se puede a la larga, conseguir una buena velocidad. Los nadadores, pero principalmente sus padres, deben entender esto. Deben entender que si la única preocupación del entrenamiento son acondicionamiento físico y velocidad, los niños y niñas pronto llegarán a un tope y no serán capaces de avanzar más allá de ese punto. Enfocar el entrenamiento con absoluta prioridad a la técnica y el “sentir”, e dará al nadador la posibilidad de alcanzar su real potencial como atletas, tal como lo es para los músicos.

Primeramente se deben dominar los básicos de nuestro deporte antes de que el acondicionamiento puro se convierta en el foco central.

Destrezas como el balance, la comprensión de las fuerzas de poder del eje largo y del eje corto, las entradas de toque suave, el entendimiento de los ángulos de poder, las técnicas de palmoteo (sculling), para presión continua en el agua, la forma elíptica de la brazada, la importancia de la línea hidrodinámica (streamline), así como la aprehensión de algunas leyes básicas de la física, son las monedas en nuestro reino. Todo esto debe tener prioridad en las etapas tempranas de la carrera de un atleta (por supuesto siempre enseñando con un lenguaje apropiado a la edad del nadador). Este concepto es tan fundamental que tengo que recurrir a el en varias ocasiones en este libro.

Es fascinante observar cómo trabajan los grandes entrenadores de grupos de infantiles o juveniles con su encomienda. Las demostraciones y el tomar el tiempo para desarrollar juguetonamente una técnica perfecta que les permita continuar hacia el progreso, deben ser el sello distintivo de un buen entrenador.

La principal característica de un entrenador magistral, es su habilidad de convertir el aprendizaje en algo divertido, de permitir a sus novatos que conozcan el placer de entrenar y ejercitarse sin preocuparse por el kilometraje que se recorre diariamente.

Paciencia y perseverancia – raras cualidades en nuestra sociedad – si son practicadas por  sus nadadores, entrenadores y sus padres, a la larga resultaran en grandes dividendos.

Entrenadores muy experimentados hasta dicen que la evolución ideal para un nadador joven es que tenga únicamente un éxito relativo a la edad de 8 a 10 años, y que luego avance hasta ser uno más del montón, o un poco mejor cuando tenga once o doce años; entonces, después de haberse consolidado una excelente técnica, ganar ocasionalmente a los trece o catorce años para comenzar con un entrenamiento más exigente en la categoría Juv. B o C, para revelar su verdadero potencial. Lee el artículo sobre a evolución del entrenamiento de Ian Thorpe publicado en Swimming World de enero 1988, pág. 33. Si ganar resulta demasiado fácil al principio, uno siente la presión  de ser perseguido todo el tiempo, o de posiblemente perder lo que ya se ha tenido, o peor aún, se puede llegar a aburrirse con ganar siempre.

Es interesante analizar las trayectorias de los plusmarquistas  y mejor rankeados a nivel nacional de las distintas categorías infantiles y juveniles a los largo de los años, para ver que muy poco de ellos han tenido carreras sobresalientes  como nadadores de primera fuerza y miembros del equipo nacional. Incluso el más grande de los sprinter, Alexander Popov, solo lograba éxitos moderados en edades infantil y juvenil; hasta su retiro, pasó la mayor parte de su tiempo en el agua trabajando en su técnica con ejercicios para mejorando su estilo.

Mucho se puede aprender de los grandes entrenadores y maestros en prácticamente todos los deportes, como también en las artes marciales y hasta en las bellas artes. Empieza lentamente, aprende una técnica impecable, revísala constantemente y tus posibilidades de alcanzar un auténtico progreso en cualquier nivel, mejorarán infinitamente.